Edgar Vega, un trabajador mexicano, ríe con una colega filipina en una planta procesadora de pescado en Cordova, Alaska. Con 18 años de experiencia en la temporada de pesca, Edgar se ha convertido en parte esencial de esta comunidad.
En el remoto pueblo de Cordova, donde el hielo predomina durante gran parte del año, la comida del día son tacos de pescado, gracias a la mayoría de trabajadores mexicanos que se trasladan aquí cada verano para participar en la pesca del salmón salvaje.
La vida en Cordova es dura, con más de 200 días de frío, lluvia y nieve, pero durante el verano, la comunidad se dedica intensamente a la pesca. Según datos del Departamento de Trabajo, más de la mitad de los empleos en esta localidad dependen de esta actividad.
Los trabajadores enfrentan largas jornadas, a menudo de hasta 18 horas, limpiando y preparando toneladas de pescado. Edgar, por ejemplo, se afana en su tarea para asegurar que el pescado llegue limpio a los consumidores. Aunque el trabajo es agotador, le permite ganar lo suficiente para vivir cómodamente el resto del año en Mexicali, donde espera a sus cuatro hijos. "El dinero que gano aquí vale el doble en Mexicali", dice Edgar, quien puede ganar hasta 27,000 dólares en solo cuatro meses.
Allá se reúnen los migrantes en Alaska de diversas nacionalidades, pero son los mexicanos quienes han encontrado un lugar clave en la industria pesquera. Rich Wheeler, propietario de North 60 Seafoods, reconoce la importancia de estos trabajadores: "Si no fuera por los mexicanos, mi negocio no existiría". Su experiencia ha demostrado que los trabajadores locales no han sido tan fiables, y valora la puntualidad y profesionalismo de los migrantes.
El alcalde de Cordova, David Allison, también destaca la necesidad de estos trabajadores en la comunidad. "El pescado no se procesa sin manos que lo hagan", comenta, subrayando que sin la pesca, el pueblo podría convertirse en una ciudad fantasma.
La industria pesquera en Alaska es vital para la economía local y produce más de la mitad del pescado del país. En 2022, más del 80% de los trabajadores en el sector eran migrantes, lo que ha llevado al gobierno de EE. UU. a aumentar las visas de trabajo para facilitar su llegada.
Los migrantes reciben alojamiento y comidas durante su contrato, lo que les permite ahorrar. Además, las empresas deben pagar un 50% más por las horas extraordinarias, lo que aumenta significativamente sus ingresos.
Rosa Vega, madre de Edgar, también trabaja en Alaska y ha adaptado su vida al frío extremo. A sus 67 años, se enfrenta a la separación de su familia en Mexicali, donde el calor es abrumador. "Mexicali es muy caliente... yo me tuve que acostumbrar al frío en Alaska", comenta.
El español, el idioma más hablado en Cordova, refleja la influencia de los migrantes. Este lugar, explorado por el español Salvador Fidalgo en 1790, ha visto pasar a muchas culturas, cada una aprovechando sus recursos naturales.
Al final de la temporada, Rosa y Edgar regresan a Mexicali, donde Edgar busca invertir su dinero. Sin embargo, su regreso se ve ensombrecido por la salud de su madre, que ha tenido un accidente cerebral. Ahora, Edgar se enfoca en cuidar de ella y en recuperar su hogar, sabiendo que el trabajo en Alaska volverá el próximo año.
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Fuente: BBC
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